La obesidad es una enfermedad de tipo crónico y que presenta diversos orígenes posibles, consistente en la acumulación excesiva de tejido graso en el cuerpo. A menudo se considera un grado extremo y peligroso de sobrepeso, que supera con creces los límites normales de almacenamiento de energía segregando lípidos, y más bien pone en riesgo el funcionamiento adecuado del organismo.
Los problemas de la obesidad van mucho más allá de la apariencia física, pues el volumen de masa corporal es tanto que al organismo le cuesta mucho más trabajo de lo normal moverse o incluso funcionar, pues la musculatura debe hacer un esfuerzo enorme (incluida la cardíaca) y constante.
Además, la obesidad forma parte del síndrome metabólico cuyas consecuencias y enfermedades derivadas han hecho de ella la quinta causa de muerte humana en el mundo. Anualmente 2,8 millones de personas adultas en el mundo fallecen debido a causas vinculadas con la obesidad.
Obesidad exógena: Aquella que es producto de un régimen alimenticio deficiente o desordenado, combinado con escasa acción física que permita quemar el exceso de calorías.
Obesidad endógena: Aquella que se debe a desórdenes metabólicos de origen genético, como deficiencias hormonales o pancreáticas, a su vez debida a otros tipos de enfermedad.
La Organización Mundial para la Salud ha establecido ciertos límites para definir a partir de cuándo la simple gordura deviene en obesidad o gordura mórbida. Para ello se emplea el índice de masa corporal, que es el cociente al cuadrado entre el peso y la talla de un ser humano adulto.
Cuando dicho índice sea igual o superior a los 30 Kg/m2, o cuando el perímetro abdominal (en donde suele depositarse mayormente el exceso lipídico) supere los 102 cm en los hombres y 88cm en mujeres, estaremos enfrentando un caso de obesidad.
La obesidad responde generalmente a causas de tipo metabólico, como deficiencias hormonales (especialmente en la tiroides y en las gónadas) que impiden la quema de las grasas por más ejercicio y dieta que se haga, o deficiencias insulínicas y vinculadas con el metabolismo de los azúcares.
Si bien una dieta desordenada y rica en lípidos y azúcares puede engordar a una persona, incluso a límites de ser considerada obesa, lo más probable es que la obesidad no sea causada por trastornos alimenticios, tanto como por factores genéticos.
Muchas personas obesas se ejercitan con regularidad y controlan obsesivamente su dieta, sin por ello lograr revertir o “curarse” de su gordura.
La obesidad tiene una serie de consecuencias negativas en la salud física y psicológica, como son:
Pre-diabetes. La obesidad conduce en su mayoría de casos al descontrol de la glicemia y del metabolismo de los carbohidratos, lo cual suele degenerar en diabetes mellitus, poniendo seriamente en riesgo la salud.
Riesgos cardiovasculares. Un corazón debilitado por el peso de la grasa, frente a sangre muy densa (rica en colesteroles) y obligado a trabajar excesivamente es una combinación letal, que conduce a infartos, problemas isquémicos (ACV, arteriosclerosis) y otras cardiopatías.
Problemas de autoimagen. Los pacientes obesos suelen tener problemas de socialización o problemas de autoaceptación debido a la brutal presión que nuestras sociedades ejerce sobre el físico y los cánones de belleza, lo cual muchas veces dispara conductas obsesivas alimenticias y contribuye a empeorar el cuadro.
Esta entrada ha sido publicada el 05/01/2021 12:30
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