El petrolero venezolano Nabarima, de casi 300 metros de largo y que contiene más de un millón de barriles de petróleo es una de las preocupaciones ambientalistas más inminentes. Ante el silencio absoluto del gobierno de Maduro y la falta de acción al respecto, aumentan las tensiones.
¿Qué magnitud tendría el desastre ambiental en caso de un derrame en aguas venezolanas y caribeñas? En este artículo profundizamos en el tema.
Hace más de una semana es noticia el FSO Nabarima. Un coloso marítimo abandonado en las poco profundas aguas del Golfo de Paria que se ha hundido unos 14,5 metros y presenta más de 5 grados de inclinación hacia su costado derecho.
El barco funcionaba hasta hace poco como una plataforma estacionaria anclada de la compañía PDVSA, que ayudaba en la exportación de petróleo venezolano a su paso por el mar Caribe. Sin embargo, desde inicio del 2019, ante la caída de la demanda de dicho crudo, propiciada por las sanciones del gobierno estadounidense, quedó inactivo.
El gobierno venezolano ha enviado barcos a inspeccionar el área, pero lo cierto es que aún no ha dado a conocer una estrategia. La situación ha disparado las alarmas de países vecinos cuyas aguas también podrían verse afectadas: Trinidad y Tobago, Aruba, Bonaire y Curazao.
Es así que la Comisión de Defensa Civil de Guyana, el Ejecutivo de Trinidad y Tobago y la CDEMA (Autoridad para el Manejo de Emergencias de Desastres del Caribe) se mantienen alertas y en seguimiento a un posible derrame.
No es la primera vez que Venezuela ha tenido una emergencia marítima relacionada con el derrame petrolífero, ya que en agosto pasado la refinería El Palito cubrió 15 kilómetros de playas caribeñas de crudo. No obstante, los expertos aseguran que la situación actual podría ser 5 veces más desastrosa que el derrame del navío Exxon Valdez, en 1989.
Las consecuencias no son extrañas a nadie, ya que más de 70 derrames con cientos o miles de toneladas de crudo cada uno, han ocurrido desde la década del 40 alrededor del planeta. Los efectos del hundimiento del petrolero venezolano, y el consecuente derrame serían:
En aguas poco profundas, existe una mayor presencia de praderas marinas y arrecifes de coral, las cuales suelen verse enormemente afectadas por los vertimientos debido a que son ecosistemas que dependen de las algas y las plantas. Las zonas de algas abundan más en las áreas cercanas a la costa que en alta mar, y suelen ser las primeras en morir cuando ocurre un derrame petrolífero.
Además, debido al fondo arenoso de las áreas costeras, el petróleo se va infiltrando poco a poco en el sedimento, y puede permanecer por más de un siglo allí. Afectando a más especies y dañando su sistema digestivo y reproductivo a mediano y largo plazo.
Cuando no mueren de forma inmediata a causa de la contaminación, esta queda en el organismo de los animales afectándolos a ellos y a su descendencia de por vida.
Las esponjas y corales sufren las consecuencias más nefastas, dado que no pueden moverse y huir. Y con ellas las que viven en la parte superficial del mar, como delfines, tortugas y ballenas, que al salir a la superficie a respirar a menudo sufren obstrucciones en las vías respiratorias.
Los moluscos, que se alimentan de filtrar el agua, son especialmente vulnerables, así como las otras, almejas y mejillones.
Las aves mueren al intentar limpiarse el crudo, debido a la ingesta de contaminantes. O bien de hipotermia al impregnarse sus plumas con la contaminación, con lo que estas pierden su capacidad aislante.
Dependiendo de los componentes del crudo vertido, puede contener distintos químicos. La mayoría de compuestos son altamente tóxicos, y algunos como el benceno son incluso cancerígenos.
El crudo ligero se evapora en la atmósfera, lo cual transmite el problema del agua al aire. Mientras que el pesado se adhiere con más facilidad en la roca, sedimentos y organismos.
Desde el desastre del Torrey Canyon, se han reestructurado las normas internacionales de navegación. Especialmente en relación con la responsabilidad civil de las compañías respecto a los posibles derrames. Esperamos entonces una solución que salve del petrolero venezolano a las aguas caribeñas y a las incontables especies cuyas vida peligran.
Esta entrada ha sido publicada el 29/10/2020 12:00
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