El bienestar emocional es esencial para nuestra vida cotidiana. Ya nos sintamos felices, asustados, emocionados o enfadados, nuestras emociones pueden influir en nuestra manera de acometer nuestras actividades diarias. Cada decisión que tomamos está regida por nuestro estado mental de uno u otro modo, de manera que contar con una buena salud emocional es fundamental para vivir una vida plena y equilibrada.
La salud emocional es una extensión de la salud mental, aunque a menudo se confunden. Mientras que la salud mental guarda relación con el funcionamiento de la mente, la salud emocional tiene más que ver con nuestra manera de afrontar la vida y nuestra capacidad de vivirla con plenitud.
Cabe recordar que la salud emocional no es estática, sino que fluctúa con el tiempo, en función de la salud física, de las vivencias personales y de todo un conjunto de cosas que pueden sucedernos en la vida personal o en el trabajo. En épocas de grandes cambios puedes recurrir a tu reserva emocional, pero cuanto más cuides tu salud emocional y más recursos acumules, más satisfecho estarás en la vida.
Beneficios de la salud emocional
Trabajar nuestra fortaleza emocional no implica necesariamente que nuestra vida sea fácil o perfecta ni que no tengamos pensamientos negativos. Lo que significa es que seremos capaces de afrontar los vaivenes de la vida con seguridad y resistencia y que tendremos recursos para reaccionar cuando las cosas no salen según lo previsto.
Ser capaces de gestionar nuestras emociones, pensamientos y sentimientos nos permite adoptar mejores decisiones y afrontar la vida con optimismo. El viaje hacia la construcción de la salud emocional es también un viaje de crecimiento personal, puesto que te volverás más productivo, te acercarás más a tus metas y te sentirás bien contigo mismo.
Y, por supuesto, tener equilibrio emocional nos permite disfrutar de relaciones más enriquecedoras con las personas a quienes amamos y con quienes interactuamos. Esto representa una parte inmensa de lo que conocemos como inteligencia emocional.
Con todo, una de las mayores ventajas de la salud emocional es el impacto positivo que puede tener en la salud física. Probablemente te habrás dado cuenta de que pasar tiempo con tus seres queridos hace que te sientas relajado y que una discusión hace que se te tense el cuerpo.
De hecho, la conexión entre la salud emocional y física es bidireccional: la salud física afecta a las emociones y las emociones influyen en la salud física. Probablemente todos hemos experimentado náuseas antes de hacer algo angustioso o hemos tenido un subidón de endorfinas después de una clase de danza divertida o de un paseo a buen ritmo.
Debes cuidar el bienestar emocional
El cuidado de tu bienestar emocional es muy importante para una óptima salud. De hecho, las emociones afectan directamente a tu organismo. Es por ello que debes conocer cómo comprender, controlar y sobreponerte a los problemas que enfrentas a diario.
Una persona que posee una buena salud afectiva es aquella que es consciente de sus
pensamientos, conductas, sentimientos y rutinas; y que además sea capaz de enfrentar el estrés y contratiempos habituales.
El bienestar emocional es el resultado de una combinación de motivación de las actividades que realizamos, la calidad de nuestras relaciones con quienes nos rodean, el equilibrio financiero, la salud y la contribución que hacemos a la comunidad.
Algo que las empresas deben preocuparse en fomentar en sus trabajadores para obtener un elevado rendimiento en la labor de cada uno de sus miembros. Asimismo, es una medida preventiva para disminuir el estrés, el absentismo laboral y otros problemas muy comunes en el trabajo.
¿De qué manera nos ayuda lo “negativo”?
Las sensaciones negativas nos advierten las amenazas y desafíos que tendremos que enfrentar. Por ejemplo, el miedo nos avisa de un posible peligro. Es una señal que nos indica que necesitamos protegernos. El enojo nos avisa que alguien nos ofende o irrita, pasándose de los límites o violando nuestra confianza y puede ser una señal de que tenemos que actuar y defendernos por nuestra cuenta.
Las emociones negativas aumentan nuestra conciencia porque nos ayudan a enfocarnos en un problema de manera que podamos solucionarlo. Pero centrarnos en lo negativo puede agobiarnos, ponernos ansiosos, cansarnos o estresarnos. Cuando nos sentimos intranquilos, los problemas suelen ser demasiado grandes y difíciles de resolver.
¿Cómo contribuye lo “positivo”?
Las emociones positivas tienen otros beneficios. En lugar de limitarnos, éstas afectan nuestro cerebro y aumentan nuestra conciencia, atención y memoria. Ayudan a absorber más información, mantener varias ideas al mismo tiempo y comprender cómo las ideas se relacionan unas con otras.
Funciones de las emociones
Las emociones cumplen tres funciones
Función social: Las emociones constituyen un sofisticado sistema de comunicación, transmiten información de cómo nos sentimos, y a través de ellas podemos saber cómo se sienten los demás.
Función motivacional: Las emociones nos motivan a actuar. Un ejemplo es que salimos corriendo si algo nos asusta.
Función adaptativa: Las emociones preparan al organismo y movilizan la energía necesaria para ejecutar una acción en determinadas condiciones. Son imprescindibles para poder sobrevivir.
Significado y función de cada emoción
Sorpresa. Es una emoción neutra ya que podemos sorprendernos por algo positivo o por algo negativo. Cuando sucede un hecho novedoso nos sorprendemos e inmediatamente toda nuestra atención se centra en ello. La novedad nos lleva primero a explorar y averiguar qué está sucediendo y después a buscar una respuesta adecuada a esa situación.
Tristeza. La tristeza surge cuando se produce una pérdida. Esta emoción favorece que nos centremos en nosotros mismos y que reflexionemos sobre lo sucedido. Por otro lado la tristeza cumple la función de búsqueda de apoyo social, ya que cuando estamos tristes los demás van a interesarse por nuestro estado e intentar ayudarnos en la medida de lo posible.
Miedo. Aparece ante una amenaza o peligro. Nuestro cuerpo se activa y se prepara rápidamente para huir; si no es posible la huida, nos dispone a enfrentarnos para poder defendernos.
Ira. Cuando sentimos una amenaza, una injusticia, o que alguien o algo interfiere en la consecución de nuestros objetivos, surge la ira. La ira nos ayuda a defendernos.
Asco. Las cosas o situaciones desagradables (un alimento en mal estado, suciedad…) nos producen rechazo porque pueden ser peligrosas para nuestra salud. El asco tiene una función protectora.
Alegría. Cumple una función social porque nos acerca a los demás, nos invita a compartir. Cuando estamos contentos queremos estar con los otros, tenemos interés en aprender y deseamos vivir nuevas experiencias.
Puedes ver el vídeo aquí:
Deja una respuesta