La ansiedad es un mal que nos ha afectado a todos en algún momento de nuestra vida. Se presenta cuando nos enfrentamos a situaciones de incertidumbre y amenaza. Usualmente las personas que la sufren, se preparan de antemano para que una situación salga de la peor manera.
En algunos casos la ansiedad puede resultar incluso buena, pero el problema viene cuando se presenta de forma patológica y se manifiesta de forma muy intensa y con graves consecuencias para la persona. Al contrario de beneficiarla, produce un bloqueo en quien la padece, llevándolo a resultados peores de los que se imaginó.
En el siguiente texto te contaremos algunas maneras en que puedes controlar la ansiedad.
Infórmate sobre qué es la ansiedad
Muchas personas desconocen que están sufriendo de ansiedad por el simple hecho de que no saben que la enfermedad existe. Lo primero que debes hacer si quieres recuperarte, es conocer bien qué te está pasando e identificar los síntomas. Por ejemplo, algunos de ellos son la taquicardia, sudor, aumento de temperatura, dificultad para dormir y molestias digestivas.
Una vez identificados, debemos ir más profundamente y comprender que aquello que lo desencadenan son las emociones y la ansiedad.
Reinterpreta el problema
El efecto que causa la ansiedad en las personas es que anticipen las consecuencias negativas de una situación, en caso de que se produzcan. Es importante, interpretar dicha amenaza como algo menos grave, realista y no magnificar la situación. Para ello, te aconsejamos que rezones bien y te des cuenta que lo peor no es una posibilidad tan grande como crees.
Pregúntate, ¿en caso de ocurrir lo peor? ¿Realmente sería tan grave? De esa manera sabrás que estás llevando a un extremo malsano tu preocupación. Por último, deberás poner mayor atención en los problemas solamente cuando puedas hacer algo. Si no puedes hacer nada, la vida seguirá normal y las consecuencias serán menores de lo que pensaste.
Desvía la atención del problema
Es normal que cuando suframos de ansiedad la atención continuamente se enfoque en el problema, por lo cual no dejamos de pensar y preocuparnos por el mismo. Debemos aprender a relajarnos, no centrar nuestra atención completamente en los problema. Estar alerta es importante, pero igual lo es descansar y guardar recursos si es que no se puede hacer nada.
El objetivo en este tipo de casos es obligarse a pensar en otra cosa, dedicarnos a distintas labores que entretengan nuestra mente y nos alejen de pensamientos dañinos.
Problemas como desafíos no como amenazas
Los problemas que se nos presentan deben ser tomar como desafíos los cuales superar, y no como amenazas que nos puedan hacer daño. Un desafío supondrá una forma de superarnos a nosotros mismos, de levantar la cabeza y seguir adelante. En cambio, por el contrario, una amenaza supondrá el miedo a la caída, al fracaso, a la burla. Esto último terminará hundiéndonos mucho más en la ansiedad y el fracaso será el resultado de ello.
Lo importante en este sentido es que mires más allá de los problemas, que los tomes del cuello y luches contra ellos, que sigas adelante sin importar qué y comprender que el único obstáculo que debes superar realmente es el que se encuentra dentro de tu cabeza.
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