Sin duda alguna, seguir la dieta mediterránea puede traer un sinfín de beneficios para nuestro organismo. Sin embargo, debemos tener en cuenta algunas claves a la hora de seguir dicha dieta, de esa manera sacaremos todo el provecho que nos puede brindar. En el siguiente texto te hablamos un poco más al respecto y te damos algunos consejos que pueden serte útiles para una buena alimentación.
Se recomienda comer al menos dos raciones diarias de verduras, siendo una de ellas cruda y tres de fruta, preferiblemente una rica en vitamina C –cítricos, kiwi, papaya, melón, etc… En el caso de la fruta no se aconseja pasar de las tres raciones en caso de diabetes, triglicéridos elevados y obesidad pero sin olvidar que siempre será mejor opción una fruta que un dulce.
Lo mejor que puedes hacer es consumir al menos 3 raciones a la semana. Y recordemos que no sólo se pueden comer en un potaje, también pueden estar en una ensalada, en forma de hummus (puré de garbanzos), etc.
Por otra parte, los frutos secos, si se consumen a diario mejor, pero al menos hay que introducirlos tres veces por semana: como tentempié, en ensalada, con yogur, etc. Son ricos en fibra, grasas insaturadas, antioxidantes,… y mejor crudos o tostados.
El ingrediente estrella de esta dieta. El aceite de oliva se aconseja utilizarlo tanto en crudo como para cocinar porque aguanta mejor las temperaturas y no se degrada con tanta facilidad, siempre que no se queme, claro. Se aconseja un consumo diario mínimo de 40-50g (4-5 cucharadas soperas).
Por su riqueza en compuestos fenólicos y por la acción vasodilatadora del etanol, el consumo moderado de vino tinto* puede favorecer la salud cardiovascular. Es importante recordar que beber vino tinto sólo se recomienda a quien ya tenga la costumbre de tomar alcohol; no se aconseja empezar a quien no bebe. Y también insistir en que cuanto menos alcohol bebamos, mejor. El consumo no debe superar una copa diaria de vino tinto, equivalente a 100 mL, en mujeres y dos copas en hombre.
Hace años lo que se podía comprar a buen precio era el producto de temporada y cercanía porque el transporte era más limitado que ahora que tenemos de todo durante todo el año y en cualquier parte del mundo. Además, las comidas precocinadas y envasadas no existían y el consumo de enlatados no era excesivamente elevado, por lo que el contenido de sal así como de grasas saturadas que pueden contener estos productos no los incluían en su alimentación.
Los postres dulces sólo se consumen en ocasiones especiales por lo que no es frecuente su presencia en la dieta. Esto evita el aumentar el aporte diario de azúcares simples que favorecen la aparición de diabetes tipo 2, el exceso de peso, triglicéridos alto. Por otro lado, el mayor uso de harinas integrales que refinadas conseguía un producto más nutritivo y un mejor control del peso.
Esta entrada ha sido publicada el 07/01/2021 10:03
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